Capitulo 3
– Decorando y una llamada inesperada –
Tom se acababa de marchar,
entró a su casa tratando de evitar las miradas extrañadas de Nigel y Katy que
acababan de observar al chico rubio marcharse - ¿Por qué no lo invitaste a
pasar? – fue lo primero que Katy pronunció al verle entrar
No estaba seguro de qué tan
habitable estuviera la casa – dijo tratando de dar por zanjado el asunto y no
dar explicaciones, una parte era totalmente cierta sin embargo había otra cosa
que le había impedido a Bill presentar a Tom en casa, era cierto que había hecho
muy buenas migas con ese rubio poco coordinado pero aun debía ganarse el
derecho de pisar su casa… quizá aun no estaba listo para confiar nuevamente en
un desconocido.
Bueno, será para la próxima –
le habló su madre yendo junto a su padre que observaba la decoración de la sala
y sacándolo de sus devaneos respecto al rubio Tom.
Hijo – la voz de su padre le
llamó suave y dulcemente - ¿Qué tal te parece la decoración?
Ha quedado muy bien papá, me
encanta… - comentó observando los detalles de los colores, los muebles ubicados
de manera simétrica respecto a la ubicación y propósitos de la habitación, el
material de cada cosa ubicada allí y por supuesto las pinturas originales
regalo de su abuelo, todo se encontraba perfecto – me recuerda tanto a la casa
de los abuelos… y a nuestro pequeño chalet en Bremen…
Es precisamente eso lo que
deseaba – comentó Nigel hablando por primera vez desde que Bill había llegado –
el decorado está inspirado en la casa de tu abuelo, recuerda que nadie tiene
tan buen gusto en toda Alemania como él, además sé cuanto le extrañas, así que
decidí darles un poco de ese rincón familiar que dejaron en Berlín…
¿Qué haríamos sin ti Nigel? –
comentó Bill sonriente y con los ojos aguados, realmente extrañaba a su
familia, sus abuelos, sus tíos y primos, además de todos los sirvientes que más
que eso eran también parte de la familia…
Contratar a otro decorador –
comentó divertido para quitar esa sombra gris que se estaba instalando en el
ambiente de la nueva casa Kraller provocando que todos rieran - ¿Te parece si
pasamos a tu habitación?
Por supuesto – sonrió Bill,
recibiendo esa sonrisa de dientes torcidos del joven ¿Cuánto tiempo había
pasado desde que los Kraller habían conocido a ese tipo de cabellos castaños
claros, rostro de querubín de día de San Valentín, y cuerpo de chica? Sobraba
decir que era gay, como la mayoría de los diseñadores, pero también como la
mayoría de las personas con una sexualidad no hetero su familia le había dado
la espalda, sus padres le echaron de casa cuando decidió estudiar Moda y diseño
en lugar de leyes como todos querían que lo hiciera, y fue evidente para todos
lo obvio, lo había callado por mucho tiempo e incluso había intentado salir con
un par de chicas pero todo había acabado en desastre, no le interesaban las
mujeres su corazón le rogaba estar con Marcus Volt, el chico más sexy de toda
la escuela y claro el más codiciado, ese hombre había marcado su vida, le dio
el valor de enfrentar a su familia y gritarles en la cara que no se sometería a
lo que ellos querían, claro que esto desencadenó en que se convirtiera en la
vergüenza familiar y fuese expulsado, solo Agnes su hermana menor y fiel
escudero le apoyó, lo puso en contacto con una organización que le brindó ayuda
tanto moral, psicológica y económicamente, se logró establecer en un mini
apartamento que le fue bien es sus tiempos de estudiante, consiguió un trabajo
de medio tiempo y mantuvo la beca que le habían dado en la universidad, graduándose
con honores, ese día Agnes fue la única que le acompañó, le entregó un pequeño
presente pero le advirtió que no era suyo, se lo enviaba su madre, le dijo que
solo lo abriera al encontrar al verdadero amor… él se sonrió y lo guardó muy
dentro de su corazón, para ese entonces ya había salido con varios chicos pero
aunque fueron especiales no llegó a amarlos con la intensidad con que amó en
secreto a Marcus Volt y como sabía lo amaría el resto de su vida.
Por ese entonces conoció a
Rose Kraller, la hermana mayor de Frederick quien viendo los trabajos de él
como estudiante le encargó la organización y decoración de su boda, además del
diseño de su vestido, esa oportunidad le valió el éxito laboral y claro el
familiar con que ya no soñaba, los Kraller le acogieron como a un hijo, John lo
consideraba parte de su numerosa familia, Marie le dio ese amor incondicional
de una madre a sus hijos, ella sabía que era pasar por eso, quizás no había
necesitado ser gay para ser desconocida por su familia, simple y sencillamente
su pecado era haber amado a John Kraller, el enemigo de su familia, los Höllen
odiaban a los Kraller por razones que el tiempo se había encargado de borrar,
todo era simple costumbre de odiarles, gracias a un milagro divino John estuvo
dispuesto a luchar junto a ella por su amor y para prueba ellos terminaron
casados y fundando una compañía que los había convertido en millonarios. Nigel
se sintió seguro en esa mansión de cuartos interminables, se quedó a vivir
allí, claro pensaba en irse algún día pero no sabía cuándo, saldría de allí de
la mano de Marcus Volt o cuando llegara su hora de morir, esa era ahora su
familia…
Bill y Nigel subieron las
escaleras anchas que daban a los pasillos de la segunda planta, el decorado de
esa parte de la casa estaba hecho ya, las alfombras y paredes se combinaban con
el resto de adornos, fueron a lado izquierdo de las escaleras para dar con la
habitación de Bill, era la del final del pasillo, abrieron la puerta para
encontrarse con la espléndida luz de la tarde cayendo y una habitación de
dimensiones considerables que solo tenía una ancha cama en el centro, el
diseñador observó crítico pensando que eso era un completo desastre, debían
ponerse manos a la obra o no acabarían ese día.
Es un asco ¿cierto? – comentó
Bill pensando también como Nigel
Tenemos mucho trabajo –
murmuró el joven con mirada severa - ¿Qué estilo quieres para este lugar?
Quiero que sea cómodo,
elegante y al mismo tiempo gótico-victoriano – comentó Bill
¿Ósea que parezca la guarida
de Drácula? – rió Nigel pensando en las exigencias de su chico, Bill tenía un
estilo oscuro-elegante que le fascinaba, si hubiese tenido un hijo desearía que
fuera como Bill…
Exacto – rió también – pero
sin los ataúdes claro…
Bueno, es una lástima, tenía
ya dos fuera por si se te apetecía – se burló guiñándole el ojo volviendo ambos
a reír
Pronto se pusieron manos a la
obra, muebles, alfombras, fotografías, posters de artistas, libros, discos y
demás cosas fueron llenando la habitación con un estilo draculesco de lo más
fino, las paredes que antes eran blancas fueron cubiertas con un papel tapiz
color gris azulado, la cama obtuvo cobijas azul petróleo y la alfombra al pie
de la cama de un blanco hueso que la hacía casi imperceptible y cómoda… las
dobles cortinas fueron corridas, eran celeste claro y azul marino, para darle
intimidad al lugar evitando de que cualquiera pudiese ver al interior, aunque
era casi imposible porque la ventana daba al patio trasero y allí solo habían
arboles, además se suponía que para disfrutar de la vista tenía un hermoso
balcón que previamente había sido adornado con toda clase de flores,
acompañando a la hermosa enredadera verde que vivía allí desde tiempos
inmemoriales.
¡Hemos terminado! – Dijo Bill
con una sonrisa exagerada de satisfacción – ha quedado totalmente hermoso,
Nigel esta decoración es lo más hermoso que he visto, captaste lo que quería…
es mi santuario.
Relájate Bill que tu también
has hecho esto conmigo, tienes un muy buen sentido de la moda a pesar de ser
tan joven – sonrió observando todo, realmente el estilo victoriano realzaba,
pero claro había un gótico desfachatado debajo de todo eso, los colores bien
empleados habían logrado un efecto de luna eterna en ese lugar y claro la
sensación de frio que era lo que a Bill le encantaba.
El sonido de un móvil vibrar
distrajo la atención de ambos de su obra de arte, Nigel revisó el suyo, pero no
era ese el que vibraba, Bill vio el suyo, un nombre apareció en la pantalla
“BRANDON”, tragó grueso tratando de pensar en contestar o no, la última vez que
hablaron no habían quedado en muy buenos términos y tampoco se habían dicho
cosas lindas, suspiró y contestó esperando a que todo fuera un mal sueño.
¿Hola? – trató de dar la
impresión de no saber quién era.
Bill, soy yo Brandon, disculpa
por no haberte llamado antes… - se escuchó una voz temblorosa y nerviosa, grave
y sensual, varonil y amable.
No hay cuidado – le respondió
en un tono cortés que ni el mismo se conocía, realmente ese chico sacaba lo
mejor de él, salió al balcón para que Nigel no escuchara nade de lo que podría
ser otra posible pelea, o una hermosa reconciliación.
Perdóname… fui un idiota… - dijo
con pesar – no pude entender que no fuiste tú quien decidió irse a vivir lejos…
no podía comprender que lo más preciado para mí se iba de mi lado… sin embargo
quiero que sepas que todo lo que dije, todo lo que grité e insulté fue movido
por mi miedo a perderte…. Realmente espero que puedas perdonarme…
Una lágrima escapó del
pelinegro, ¿Cuánto quería a ese chico?, demasiado, había sido el primero en su
vida, aún recordaba el día que le conoció, estaba en el patio de su nueva
escuela, era un niño recién salido de la primaria y recién llegado a la
secundaria, sentado junto a su nueva amiga Olive tomando un suculento zumo de
arándano, Harry le llamó para que le ayudara con lo que le habían pedido de la
cafetería, se puso de pie sin darse cuenta que un chico pelinegro caminaba
distraído por el banco donde estaba sentado, al pararse chocó con él derramando
el resto de zumo sobre el chico.
Perdón – susurró Bill rojo de
vergüenza y aun sobre el chico que parecía poco incomodo con la posición en que
se encontraba, debajo de ese pelinegro ligero y con rostro de ángel.
No te preocupes, además iba
justo a cambiarme la camiseta para deportes – sonrió levantándose lentamente y
ayudando a levantarse al chico.
Si quieres me la das y te la
traigo mañana limpia, en serio fue mi culpa – se volvió a sonrojar por la
vergüenza y por esos ojos grises que lo estaban inquietando, esa piel blanca a
juego con los negros cabellos y esos labios pálidos que parecían deleite de
dioses.
No, olvídalo, también fue
culpa mía, estaba distraído – sonrió ampliamente dejando ver un cerco de
dientes blancos perfectos que lograron un efecto abrumador en Bill, sintió como
su pecho comenzó a latir rápidamente, las manos comenzaron a temblarle
levemente, no entendía el por qué.
Insisto – habló firme en un
tono ¿emocionado?, ni el mismo se reconoció, quizás el golpe le había afectado
alguna neurona.
No, y no insistas más – dijo
volviendo a sonreír – pero si podrías decirme tu nombre para compensar este
pequeño accidente.
Bill Kraller Von Hëller,
aunque me puedes llamar simplemente Bill – comentó sonriente.
Es un gusto conocerte Bill,
soy Brandon Ausberg Freghill, aunque puedes llamarme Brandon como todo el mundo
– correspondió la sonrisa.
Bien Brandon espero me
disculpes por mi torpeza – habló Bill bajando la mirada.
Oh, no te preocupes, además no
podría enojarme con alguien como tú por dos cosas, eres nuevo y eres lindo –
habló turbando a Bill con su respuesta tan descarada y llena de coquetería –
¿en qué grupo estás?
Voy al 9 C – dijo dándose
cuenta que ya casi nadie estaba en el patio, todos se dirigían a sus
respectivas aulas – tengo que irme, debo volver a clase…
Estoy en el 11 D, te buscaré
mañana – prometió yendo también a su clase, desde ese día una amistad se forjó
y un par de meses después Bill comprendió que quería a ese chico más que como
un simple amigo, aceptó la propuesta de Brandon y pronto entablaron una
relación, sin embargo a pesar de quererse la pubertad y los amigos habían
causado algunas peleas, Brandon no comprendía el mundo estilizado y elegante de
Bill, y éste tampoco se sentía a gusto en la loca vida de su novio, sin embargo
habían pasado ya casi tres años de eso… tres años de estar juntos, pero para
Bill que siempre tuvo los pies en la tierra sabía que esa relación era frágil,
tan frágil como la confianza… como la confianza que se perdió cuando los
preparativos de mudanza comenzaron, entonces se celaban y decían cosas que no
debían… pero a pesar de todo, se querían.
Brandon – susurró Bill
aguantando el llanto – ambos dijimos cosas que no debíamos… pero te quiero y
también temía perderte…
Pequeño… - dijo con voz dulce
– no seamos unos idiotas… costará pero intentemos seguir con esto, por mi parte
vale demasiado para dejarlo de lado y hacer borrón y cuenta nueva, eres muy
importante para mi Bill, mi Bill…
También eres importante, muy
importante y no sabes cuanta falta me haces… extraño las tardes que hasta hace
una semana pasábamos en la mansión de tus padres, el ruido de nuestras risas y
los besos robados… estoy dispuesto a seguir con esto, te prometo seguir con
esto… - dijo Bill con las lágrimas rebosando por sus castaños ojos – pero
también si en algún momento alguien aparece en el panorama seamos sinceros y no
nos lastimemos… Te quiero
Estoy de acuerdo, sin mentiras
ni celos… Te quiero demasiado Bill… - susurró el chico al otro lado de la línea
con voz quebrada.
Ambos suspiraron, estaban
convencidos que sería difícil pero no imposible, con el pasar del tiempo Bill
entendería que quizá de alguna forma esa promesa fue el error que cometieron
ambos, prometer algo que aunque no imposible distaba de ser fácil… no entendía
que el amor representaba sacrificio y confianza y lamentablemente ninguno de
los dos estaba preparado, pero eso sería mucho después cuando Bill repasando
sus memorias junto a su esposo en la costa siciliana celebraran su luna de miel
y ambos recordaran su juventud esperando que todos esos desaciertos hubiesen
acabado.
La conversación con Brandon se
extendió por un cuarto de hora más, hablaron de todo y de nada, por una extraña
razón Bill no mencionó a Tom, aún no sabía que tendría tanta importancia en su
vida, quizá lo intuía pero no lo sabía a ciencia cierta y tampoco le
interesaba… por el momento… cuando se despidieron y la llamada finalizó se sintió
renovado, entró nuevamente a la habitación en penumbras ya que la noche había
caído con descaro y Nigel no había prendido la luz al salir del lugar, se tiró
a la cama con gusto y una sonrisa en los labios que no podía borrar, al parecer
todo estaba volviendo a su lugar…
Poco a poco Morfeo le fue
invitando a unirse al exquisito poder de los sueños, poco faltaba para caer en
sus brazos cuando su móvil vibró, molesto observó la pantalla y pudo ver que
era un texto de cierto rubio, simple, sencillo y al grano.
“Remitente: Tom
Espero poderte volver a ver,
¿te parece mañana a las tres en el parque?, espero que puedas, que tengas buena
noche. Tom.
Hora: 21:57 hrs.
Fecha: 27 de Julio”
Sonrió y contestó con un “Nos vemos allá, que también tengas buena
noche” y puso el móvil en la mesa de la lámpara dándole por olvidado, y
volvió a cerrar los ojos con felicidad, todo mejoraba, estaba con Brandon y al
parecer la nueva ciudad sería interesante con personas como ese tonto rubio…
ese rubio poco coordinado amante de una patineta… ese rubio de mirada
divertida… ese rubio… ese rubio… ese rubio.
En su habitación Tom sonrió
con la respuesta que acababa de obtener, el chico vampiro como lo comenzaba a
llamar había aceptado volverle a ver, le había caído demasiado bien… además
tenía muchas dudas que esperaba Bill aclarara, no sobre el vampiro sino sobre
él mismo, necesitaba consejo respecto a sus problemas de sexualidad y sabía que
por una extraña razón ese enclenque con piernas de espagueti podría darle una
luz en ese camino de sombras por el que pasaba.
Te veo feliz – susurró su otro
yo dentro de su cabeza - ¿conocimos a alguien especial?
Tal vez – se respondió en voz
alta – pero está con alguien, además ahora no sé ni siquiera quien soy…
Pero te atrae ¿cierto? – le volvió
a cuestionar esa voz interior
Quizá – contestó riendo como
estúpido – creo que es muy pronto para pensar en eso… lo veo como un prospecto
de amigo
Pareja se escucha mejor –
volvió a hablar la voz
¡Cállate! – se gritó saliendo
al balcón de su habitación poniéndose los audífonos para no pensar más y no
escuchar a esa voz molesta que le decía cosas que no creía ciertas, aun no
creía ciertas… aun no… aun no.
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