abril 19, 2013

Siempre Capitulo 3 - By Drivialida

Capitulo 3
– Decorando y una llamada inesperada –

Tom se acababa de marchar, entró a su casa tratando de evitar las miradas extrañadas de Nigel y Katy que acababan de observar al chico rubio marcharse - ¿Por qué no lo invitaste a pasar? – fue lo primero que Katy pronunció al verle entrar

No estaba seguro de qué tan habitable estuviera la casa – dijo tratando de dar por zanjado el asunto y no dar explicaciones, una parte era totalmente cierta sin embargo había otra cosa que le había impedido a Bill presentar a Tom en casa, era cierto que había hecho muy buenas migas con ese rubio poco coordinado pero aun debía ganarse el derecho de pisar su casa… quizá aun no estaba listo para confiar nuevamente en un desconocido.

Bueno, será para la próxima – le habló su madre yendo junto a su padre que observaba la decoración de la sala y sacándolo de sus devaneos respecto al rubio Tom.

Hijo – la voz de su padre le llamó suave y dulcemente - ¿Qué tal te parece la decoración?

Ha quedado muy bien papá, me encanta… - comentó observando los detalles de los colores, los muebles ubicados de manera simétrica respecto a la ubicación y propósitos de la habitación, el material de cada cosa ubicada allí y por supuesto las pinturas originales regalo de su abuelo, todo se encontraba perfecto – me recuerda tanto a la casa de los abuelos… y a nuestro pequeño chalet en Bremen…

Es precisamente eso lo que deseaba – comentó Nigel hablando por primera vez desde que Bill había llegado – el decorado está inspirado en la casa de tu abuelo, recuerda que nadie tiene tan buen gusto en toda Alemania como él, además sé cuanto le extrañas, así que decidí darles un poco de ese rincón familiar que dejaron en Berlín…

¿Qué haríamos sin ti Nigel? – comentó Bill sonriente y con los ojos aguados, realmente extrañaba a su familia, sus abuelos, sus tíos y primos, además de todos los sirvientes que más que eso eran también parte de la familia…

Contratar a otro decorador – comentó divertido para quitar esa sombra gris que se estaba instalando en el ambiente de la nueva casa Kraller provocando que todos rieran - ¿Te parece si pasamos a tu habitación?

Por supuesto – sonrió Bill, recibiendo esa sonrisa de dientes torcidos del joven ¿Cuánto tiempo había pasado desde que los Kraller habían conocido a ese tipo de cabellos castaños claros, rostro de querubín de día de San Valentín, y cuerpo de chica? Sobraba decir que era gay, como la mayoría de los diseñadores, pero también como la mayoría de las personas con una sexualidad no hetero su familia le había dado la espalda, sus padres le echaron de casa cuando decidió estudiar Moda y diseño en lugar de leyes como todos querían que lo hiciera, y fue evidente para todos lo obvio, lo había callado por mucho tiempo e incluso había intentado salir con un par de chicas pero todo había acabado en desastre, no le interesaban las mujeres su corazón le rogaba estar con Marcus Volt, el chico más sexy de toda la escuela y claro el más codiciado, ese hombre había marcado su vida, le dio el valor de enfrentar a su familia y gritarles en la cara que no se sometería a lo que ellos querían, claro que esto desencadenó en que se convirtiera en la vergüenza familiar y fuese expulsado, solo Agnes su hermana menor y fiel escudero le apoyó, lo puso en contacto con una organización que le brindó ayuda tanto moral, psicológica y económicamente, se logró establecer en un mini apartamento que le fue bien es sus tiempos de estudiante, consiguió un trabajo de medio tiempo y mantuvo la beca que le habían dado en la universidad, graduándose con honores, ese día Agnes fue la única que le acompañó, le entregó un pequeño presente pero le advirtió que no era suyo, se lo enviaba su madre, le dijo que solo lo abriera al encontrar al verdadero amor… él se sonrió y lo guardó muy dentro de su corazón, para ese entonces ya había salido con varios chicos pero aunque fueron especiales no llegó a amarlos con la intensidad con que amó en secreto a Marcus Volt y como sabía lo amaría el resto de su vida.

Por ese entonces conoció a Rose Kraller, la hermana mayor de Frederick quien viendo los trabajos de él como estudiante le encargó la organización y decoración de su boda, además del diseño de su vestido, esa oportunidad le valió el éxito laboral y claro el familiar con que ya no soñaba, los Kraller le acogieron como a un hijo, John lo consideraba parte de su numerosa familia, Marie le dio ese amor incondicional de una madre a sus hijos, ella sabía que era pasar por eso, quizás no había necesitado ser gay para ser desconocida por su familia, simple y sencillamente su pecado era haber amado a John Kraller, el enemigo de su familia, los Höllen odiaban a los Kraller por razones que el tiempo se había encargado de borrar, todo era simple costumbre de odiarles, gracias a un milagro divino John estuvo dispuesto a luchar junto a ella por su amor y para prueba ellos terminaron casados y fundando una compañía que los había convertido en millonarios. Nigel se sintió seguro en esa mansión de cuartos interminables, se quedó a vivir allí, claro pensaba en irse algún día pero no sabía cuándo, saldría de allí de la mano de Marcus Volt o cuando llegara su hora de morir, esa era ahora su familia…


Bill y Nigel subieron las escaleras anchas que daban a los pasillos de la segunda planta, el decorado de esa parte de la casa estaba hecho ya, las alfombras y paredes se combinaban con el resto de adornos, fueron a lado izquierdo de las escaleras para dar con la habitación de Bill, era la del final del pasillo, abrieron la puerta para encontrarse con la espléndida luz de la tarde cayendo y una habitación de dimensiones considerables que solo tenía una ancha cama en el centro, el diseñador observó crítico pensando que eso era un completo desastre, debían ponerse manos a la obra o no acabarían ese día.

Es un asco ¿cierto? – comentó Bill pensando también como Nigel

Tenemos mucho trabajo – murmuró el joven con mirada severa - ¿Qué estilo quieres para este lugar?

Quiero que sea cómodo, elegante y al mismo tiempo gótico-victoriano – comentó Bill

¿Ósea que parezca la guarida de Drácula? – rió Nigel pensando en las exigencias de su chico, Bill tenía un estilo oscuro-elegante que le fascinaba, si hubiese tenido un hijo desearía que fuera como Bill…

Exacto – rió también – pero sin los ataúdes claro…

Bueno, es una lástima, tenía ya dos fuera por si se te apetecía – se burló guiñándole el ojo volviendo ambos a reír

Pronto se pusieron manos a la obra, muebles, alfombras, fotografías, posters de artistas, libros, discos y demás cosas fueron llenando la habitación con un estilo draculesco de lo más fino, las paredes que antes eran blancas fueron cubiertas con un papel tapiz color gris azulado, la cama obtuvo cobijas azul petróleo y la alfombra al pie de la cama de un blanco hueso que la hacía casi imperceptible y cómoda… las dobles cortinas fueron corridas, eran celeste claro y azul marino, para darle intimidad al lugar evitando de que cualquiera pudiese ver al interior, aunque era casi imposible porque la ventana daba al patio trasero y allí solo habían arboles, además se suponía que para disfrutar de la vista tenía un hermoso balcón que previamente había sido adornado con toda clase de flores, acompañando a la hermosa enredadera verde que vivía allí desde tiempos inmemoriales.

¡Hemos terminado! – Dijo Bill con una sonrisa exagerada de satisfacción – ha quedado totalmente hermoso, Nigel esta decoración es lo más hermoso que he visto, captaste lo que quería… es mi santuario.

Relájate Bill que tu también has hecho esto conmigo, tienes un muy buen sentido de la moda a pesar de ser tan joven – sonrió observando todo, realmente el estilo victoriano realzaba, pero claro había un gótico desfachatado debajo de todo eso, los colores bien empleados habían logrado un efecto de luna eterna en ese lugar y claro la sensación de frio que era lo que a Bill le encantaba.

El sonido de un móvil vibrar distrajo la atención de ambos de su obra de arte, Nigel revisó el suyo, pero no era ese el que vibraba, Bill vio el suyo, un nombre apareció en la pantalla “BRANDON”, tragó grueso tratando de pensar en contestar o no, la última vez que hablaron no habían quedado en muy buenos términos y tampoco se habían dicho cosas lindas, suspiró y contestó esperando a que todo fuera un mal sueño.

¿Hola? – trató de dar la impresión de no saber quién era.

Bill, soy yo Brandon, disculpa por no haberte llamado antes… - se escuchó una voz temblorosa y nerviosa, grave y sensual, varonil y amable.

No hay cuidado – le respondió en un tono cortés que ni el mismo se conocía, realmente ese chico sacaba lo mejor de él, salió al balcón para que Nigel no escuchara nade de lo que podría ser otra posible pelea, o una hermosa reconciliación.

Perdóname… fui un idiota… - dijo con pesar – no pude entender que no fuiste tú quien decidió irse a vivir lejos… no podía comprender que lo más preciado para mí se iba de mi lado… sin embargo quiero que sepas que todo lo que dije, todo lo que grité e insulté fue movido por mi miedo a perderte…. Realmente espero que puedas perdonarme…

Una lágrima escapó del pelinegro, ¿Cuánto quería a ese chico?, demasiado, había sido el primero en su vida, aún recordaba el día que le conoció, estaba en el patio de su nueva escuela, era un niño recién salido de la primaria y recién llegado a la secundaria, sentado junto a su nueva amiga Olive tomando un suculento zumo de arándano, Harry le llamó para que le ayudara con lo que le habían pedido de la cafetería, se puso de pie sin darse cuenta que un chico pelinegro caminaba distraído por el banco donde estaba sentado, al pararse chocó con él derramando el resto de zumo sobre el chico.

Perdón – susurró Bill rojo de vergüenza y aun sobre el chico que parecía poco incomodo con la posición en que se encontraba, debajo de ese pelinegro ligero y con rostro de ángel.

No te preocupes, además iba justo a cambiarme la camiseta para deportes – sonrió levantándose lentamente y ayudando a levantarse al chico.

Si quieres me la das y te la traigo mañana limpia, en serio fue mi culpa – se volvió a sonrojar por la vergüenza y por esos ojos grises que lo estaban inquietando, esa piel blanca a juego con los negros cabellos y esos labios pálidos que parecían deleite de dioses.

No, olvídalo, también fue culpa mía, estaba distraído – sonrió ampliamente dejando ver un cerco de dientes blancos perfectos que lograron un efecto abrumador en Bill, sintió como su pecho comenzó a latir rápidamente, las manos comenzaron a temblarle levemente, no entendía el por qué.

Insisto – habló firme en un tono ¿emocionado?, ni el mismo se reconoció, quizás el golpe le había afectado alguna neurona.

No, y no insistas más – dijo volviendo a sonreír – pero si podrías decirme tu nombre para compensar este pequeño accidente.

Bill Kraller Von Hëller, aunque me puedes llamar simplemente Bill – comentó sonriente.

Es un gusto conocerte Bill, soy Brandon Ausberg Freghill, aunque puedes llamarme Brandon como todo el mundo – correspondió la sonrisa.

Bien Brandon espero me disculpes por mi torpeza – habló Bill bajando la mirada.

Oh, no te preocupes, además no podría enojarme con alguien como tú por dos cosas, eres nuevo y eres lindo – habló turbando a Bill con su respuesta tan descarada y llena de coquetería – ¿en qué grupo estás?

Voy al 9 C – dijo dándose cuenta que ya casi nadie estaba en el patio, todos se dirigían a sus respectivas aulas – tengo que irme, debo volver a clase…

Estoy en el 11 D, te buscaré mañana – prometió yendo también a su clase, desde ese día una amistad se forjó y un par de meses después Bill comprendió que quería a ese chico más que como un simple amigo, aceptó la propuesta de Brandon y pronto entablaron una relación, sin embargo a pesar de quererse la pubertad y los amigos habían causado algunas peleas, Brandon no comprendía el mundo estilizado y elegante de Bill, y éste tampoco se sentía a gusto en la loca vida de su novio, sin embargo habían pasado ya casi tres años de eso… tres años de estar juntos, pero para Bill que siempre tuvo los pies en la tierra sabía que esa relación era frágil, tan frágil como la confianza… como la confianza que se perdió cuando los preparativos de mudanza comenzaron, entonces se celaban y decían cosas que no debían… pero a pesar de todo, se querían.

Brandon – susurró Bill aguantando el llanto – ambos dijimos cosas que no debíamos… pero te quiero y también temía perderte…

Pequeño… - dijo con voz dulce – no seamos unos idiotas… costará pero intentemos seguir con esto, por mi parte vale demasiado para dejarlo de lado y hacer borrón y cuenta nueva, eres muy importante para mi Bill, mi Bill…

También eres importante, muy importante y no sabes cuanta falta me haces… extraño las tardes que hasta hace una semana pasábamos en la mansión de tus padres, el ruido de nuestras risas y los besos robados… estoy dispuesto a seguir con esto, te prometo seguir con esto… - dijo Bill con las lágrimas rebosando por sus castaños ojos – pero también si en algún momento alguien aparece en el panorama seamos sinceros y no nos lastimemos… Te quiero

Estoy de acuerdo, sin mentiras ni celos… Te quiero demasiado Bill… - susurró el chico al otro lado de la línea con voz quebrada.

Ambos suspiraron, estaban convencidos que sería difícil pero no imposible, con el pasar del tiempo Bill entendería que quizá de alguna forma esa promesa fue el error que cometieron ambos, prometer algo que aunque no imposible distaba de ser fácil… no entendía que el amor representaba sacrificio y confianza y lamentablemente ninguno de los dos estaba preparado, pero eso sería mucho después cuando Bill repasando sus memorias junto a su esposo en la costa siciliana celebraran su luna de miel y ambos recordaran su juventud esperando que todos esos desaciertos hubiesen acabado.

La conversación con Brandon se extendió por un cuarto de hora más, hablaron de todo y de nada, por una extraña razón Bill no mencionó a Tom, aún no sabía que tendría tanta importancia en su vida, quizá lo intuía pero no lo sabía a ciencia cierta y tampoco le interesaba… por el momento… cuando se despidieron y la llamada finalizó se sintió renovado, entró nuevamente a la habitación en penumbras ya que la noche había caído con descaro y Nigel no había prendido la luz al salir del lugar, se tiró a la cama con gusto y una sonrisa en los labios que no podía borrar, al parecer todo estaba volviendo a su lugar…

Poco a poco Morfeo le fue invitando a unirse al exquisito poder de los sueños, poco faltaba para caer en sus brazos cuando su móvil vibró, molesto observó la pantalla y pudo ver que era un texto de cierto rubio, simple, sencillo y al grano.

“Remitente: Tom
Espero poderte volver a ver, ¿te parece mañana a las tres en el parque?, espero que puedas, que tengas buena noche. Tom.
Hora: 21:57 hrs.
Fecha: 27 de Julio”

Sonrió y contestó con un “Nos vemos allá, que también tengas buena noche” y puso el móvil en la mesa de la lámpara dándole por olvidado, y volvió a cerrar los ojos con felicidad, todo mejoraba, estaba con Brandon y al parecer la nueva ciudad sería interesante con personas como ese tonto rubio… ese rubio poco coordinado amante de una patineta… ese rubio de mirada divertida… ese rubio… ese rubio… ese rubio.

En su habitación Tom sonrió con la respuesta que acababa de obtener, el chico vampiro como lo comenzaba a llamar había aceptado volverle a ver, le había caído demasiado bien… además tenía muchas dudas que esperaba Bill aclarara, no sobre el vampiro sino sobre él mismo, necesitaba consejo respecto a sus problemas de sexualidad y sabía que por una extraña razón ese enclenque con piernas de espagueti podría darle una luz en ese camino de sombras por el que pasaba.

Te veo feliz – susurró su otro yo dentro de su cabeza - ¿conocimos a alguien especial?

Tal vez – se respondió en voz alta – pero está con alguien, además ahora no sé ni siquiera quien soy…

Pero te atrae ¿cierto? – le volvió a cuestionar esa voz interior

Quizá – contestó riendo como estúpido – creo que es muy pronto para pensar en eso… lo veo como un prospecto de amigo

Pareja se escucha mejor – volvió a hablar la voz

¡Cállate! – se gritó saliendo al balcón de su habitación poniéndose los audífonos para no pensar más y no escuchar a esa voz molesta que le decía cosas que no creía ciertas, aun no creía ciertas… aun no… aun no.

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